viernes, 10 de abril de 2009

Lo que debe saber el peregrino

Breve historia del Camino de Santiago
Correo del Camino
Su vida es mitad historia y mitad leyenda. Considerado uno de los doce apóstoles de Cristo, Santiago (Jacobo) el Mayor, era hijo de Zebedeo y hermano de Juan el Evangelista. Otros sostienen que ambos hermanos lo eran también de Jesús. En todo caso era pescador, como Pedro, y, abandonándolo todo siguió el llamamiento de su maestro.
Por su carácter impetuoso fue apodado “Hijo del Trueno” y pudo ser enviado a evangelizar la Península Ibérica a la muerte de Jesús. Quiere esa tradición legendaria que Santiago, desembarcado en Cádiz, hubiese alcanzado Galicia en sus predicaciones por tierras hispanas y que fuese allí donde lograse más adeptos.
De regreso a Tierra Santa (después de pasar por Zaragoza y vivir la aparición de la Virgen María en un pilar) fue ajusticiado por orden de Herodes Agripa. Pero sus discípulos lograron recuperar el cadáver y, en una supuesta barca de piedra,guiada por ángeles, lo trajeron a Galicia para ser enterrado. Hay mucho de mitológico en el modo en que se escogió el sitio de su sepultura y en el hecho de que ese lugar cayese en el olvido durante varios siglos.
Podríamos decir que la verdadera historia del Camino de Santiago se remonta al siglo IX, hacia el año 813, cuando un eremita llamado Pelayo o Pelagio tiene una visión nocturna en la que la luz de una estrella señala al monte Libredón, seguida de apariciones sobrenaturales.
Los hechos llegan a oídos de Teodomiro, obispo de Iria Flavia (actual Padrón), que tras acercarse al lugar descubre una necrópolis en donde se hallan los restos del Apóstol. Debido a las estrellas, el lugar fue denominado Campus Stellae y de ahí Compostela.
Los hechos son transmitidos a su vez al rey astur Alfonso II el Casto, que se convierte en primer peregrino al viajar desde Oviedo, capital del Reino de Asturias, hasta los restos sagrados. Manda edificar sobre el sepulcro una sencilla iglesia alzada en piedra y barro, que posteriormente sería demolida por Alfonso III para construir una mayor, más solemne.
Se crea un tenue culto al Apóstol que se expande por todo el reino astur, dándose paso a la llegada de los primeros peregrinos que, se acercan desde los confines del joven Reino, primero siguiendo el Camino Primitivo, desde Oviedo a Santiago, y luego por el Camino de la Costa, más suave y cómodo. Los reyes asturianos fueron conscientes de la importancia de tener un icono a seguir para la consolidación del Reino, y supieron utilizarlo como factor unificador de la conciencia anti-islámica de forma tan rotunda que, con el paso del tiempo, convertirían al Apóstol en guerrero cristiano símbolo de la guerra santa contra el fanatismo musulmán (Santiago matamoros).
Hacia el año 844, en las llanuras de Clavijo, un pueblecito enclavado en la actual Rioja, el rey Ramiro I de Asturias se enfrenta a las tropas musulmanas de Abderramán II en evidente desventaja. La legendaria aparición de Santiago sobre un caballo blanco luchando contra la morisma da vuelta al resultado. Había nacido el mito. A partir de entonces toda victoria cristiana se interpretaba como obra del Apóstol. La vuelta viene en el año 997, cuando las tropas de Almanzor lanzan un ataque hacia el oeste peninsular y llegan a saquear la misma Santiago, eso sí, respetando el sepulcro del Apóstol.
En el siglo X la peregrinación a Compostela era ya un hecho consolidado. Los caminos se llenan de gentes de todos los oficios y clases sociales que deambulan de pueblos en pueblo. La peregrinación tenía un ritual: los peregrinos hacían testamento y eran despedidos en las poblaciones de origen en donde recibían la ropa y los salvoconductos. Hacían el viaje en grupos y por etapas ya previstas y al llegar a la catedral entraban en procesión, velaban una noche en las naves, veneraban el sepulcro, contemplaban la corona, la espada y el arca del tesoro y entregaban las ofrendas. Una vez realizadas estas actividades recibían un documento que acreditaba la realización de la peregrinación.
A medida que la Reconquista cristiana va ganando terreno frente al Islam va afianzándose la imagen de Santiago como defensor de la cristiandad. Asimismo a la vez que las fronteras con el mundo árabe se desplazan hacia el sur, los caminos seguidos por los peregrinos van tomando las nuevas tierras, así el rey navarro Sancho III el Mayor en el s. XI establece el camino aprovechando la antigua calzada romana de Astorga a Burdeos por las mesetas navarras y castellanas, dando paso al mas transitado de todos los Caminos de Santiago, el Camino Francés, por el que entraban peregrinos de toda Europa y con ellos la repoblación, el desarrollo urbano, cultural, demográfico y económico nunca vivido hasta entonces.
Naturalmente, a estas alturas la iglesia edificada por Alfonso III se había quedado pequeña y no podía acoger a tanto peregrino. En el siglo XI se inicia la construcción de una catedral de estilo románico, que envuelve completamente la anterior construcción. Ésta no es derribada hasta estar concluida la enorme catedral, digna del fervor despertado que se consagraría en el siglo XIII. En 1122 el Papa Calixto II instaura los Años Santos Compostelanos.Las peregrinaciones se suceden, extendiéndose los caminos por toda Europa. Sería en los siglos XII y XIII cuando las peregrinaciones a Santiago gozan de mayor auge. Hacia 1139, el clérigo Picaud escribe el "Codex Calixtinus", que incluye en sus páginas la primera guía para peregrinar a Santiago.
Desde la reconquistada Andalucía transitan hacia el Santo Lugar los cristianos y mozárabes que hacen suya otra de las calzadas romanas usadas desde remotos tiempos, la vía que comunicaba Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga), posteriormente alargada hasta Gigia (Gijón), más al norte, para acceder al mar, y hasta Hispalis (Sevilla).
La Vía de la Plata se convierte en la tercera gran ruta de peregrinaje a Compostela. También es conocida como Camino Mozarabe.Asimismo se usaron rutas más cortas, como los Caminos Portugués e Inglés, este último para los peregrinos británicos que llegaban al puerto de La Coruña.
Aprovechando el gran auge en las peregrinaciones, los reyes cristianos, conscientes del papel que desempeña el Camino, construyeron numerosos monasterios, crearon infraestructuras para facilitar el paso a los peregrinos, levantaron puentes, abrieron bosques, construyeron hospitales para su descanso y curación, y crearon burgos de comerciantes que serían germen de nuevas ciudades nacidas por y para el Camino.
El Camino de Santiago se convierte así en nexo de unión entre los pueblos del viejo continente. El continuo tránsito de peregrinos, artesanos, comerciantes, etc. produce un intercambio cultural, artístico y de ideas que se van moviendo por toda Europa, enriqueciendo a todos y cada uno de sus partícipes.
En siglo XV comienza el declive del Camino. La peste negra diezma a la población europea, se desatan continuas guerras, las ideas cambian y, para colmo, las reliquias del Apóstol son escondidas por temor al saqueo de los corsarios del pirata Drake, tras hundirse la llamada Armada Invencible frente a la costa inglesa.
Durante el siglo XVII continúan las epidemias y guerras en toda Europa. Las horas bajas continúan hasta el siglo XIX, cuando se puede decir que las peregrinaciones son un hecho anecdótico. Al finalizar dicho siglo, durante unas obras en la catedral compostelana, se recuperan las perdidas reliquias del Apóstol. Pero será en la segunda mitad del siglo XX cuando renazca el Camino de Santiago.
Intereses culturales, artísticos, históricos, económicos y, hasta deportivos, resucitan el Camino, produciéndose un auge impresionante que se acelera a final de siglo. Como antaño, los poderes políticos y eclesiales comprenden la importancia del fenómeno y se apresuran a colaborar a su recuperación, señalización y a volver a dotarlo de infraestructuras para ganarse al peregrino, que ahora lo recorre con tarjetas VISA en el bolsillo y vota en las elecciones.

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