De O Cebreiro a Compostela (El Correo Gallego)
Cuando el Año Santo está cada día más cerca, este periódico ha querido conocer de primera mano la realidad de la senda jacobea y de sus verdaderos protagonistas, los peregrinos ·· Recorrió el cronista el tramo francés en Galicia, para luego continuar hasta el 'fin del mundo'
Por Jesús Trillo
Cuando cada día falta menos para la entrada en el esperado Año Santo 2010, EL CORREO GALLEGO ha querido salir al Camino, para conocer de primera mano la realidad del mismo y de sus verdaderos protagonistas, los peregrinos. La Ruta viene a tope de caminantes, quedándose cada día muchos de ellos sin una plaza en los albergues de turno donde poder pasar la noche.
Partió el cronista del mítico O Cebreiro, desde donde el párroco Elías Valiña inició en su día el gran resurgimiento del fenómeno jacobeo. Precisamente, el próximo mes de diciembre se cumplirán veinte años de la muerte de este emblemático cura, motivo por el cual, la Asociación Galega de Amigos do Camiño celebrará distintos actos.
Dejando el santuario de Santa María la Real, comienza la singladura, siendo la primera parada la de Hospital da Condesa, donde se encuentra un templo similar al de O Cebreiro. Aquí el albergue está cerrado por obras. Una de las dificultades a sortear más adelante será la subida del Alto do Poio, de unos 1.335 metros.
Tras tomar un respiro, la senda continúa. En Fonfría se halla el albergue privado de A Reboleira, y, ya en Triacastela, un gran número de jóvenes descansan en el campo situado delante del refugio de la Xunta, a la espera de que éste abra sus puertas. Aquí se respira un gran ambiente jacobeo, existiendo un complejo hostelero que ofrece todo tipo de servicios a los peregrinos -alojamiento, comida, taxi, etc.-. Reiniciada la marcha, toma el caminante rumbo a Samos. Antes deberá pasar por Calvor, con centro de acogida público, San Mamede do Camiño, que dispone de albergue privado, para, en San Cristovo do Real, comenzar a recorrer la congostra, un bello tramo encajado.
De pronto, aparece el pueblo del gran monasterio, donde Félix, el hospitalero, intenta colocar a los numerosos peregrinos en las 64 plazas de las que dispone. La siguiente parada es Sarria, una villa invadida por los caminantes, que cuenta con unos seis albergues. Son muchos los que inician aquí la Ruta para alcanzar la Compostela.
Tras atravesar Barbadelo, con refugio público, y Ferreiros, también con acogida de la Xunta, aparece Portomarín, un pueblo que mira al Camino, con varios albergues y gran ambiente jacobeo. Continúa el peregrino...
Abandonado Portomarín, cuyo nombre proviene de su puente romano, se dirige el peregrino a la ansiada Compostela. Una primera parada la facilita Gonzar, con albergue público de veintiocho plazas. En Hospital da Cruz, el refugio, de treinta camas, es también de la Administración. Este tramo ofrece la opción de varios centros de acogida de carácter privado. Más adelante, en Ligonde, los evangelistas reciben peregrinos entre los meses de junio y agosto, mientras que la acogida pública se ofrece en la antigua escuela, construida por el pueblo. Mari Paz, su hospitalera, dice que, en esta época, las veinte plazas se quedan cortas.
Ya en Palas, José atiende el refugio Os Chacotes, de 112 plazas. Frente al concello se encuentra el centro municipal, en el que pueden pernoctar 64 personas. Continuando la marcha, hay también posibilidad de pasar la noche en San Xulián do Camiño, Pontecampaña, Mato-Casanova, o en Leboreiro.
Melide muestra un gran ambiente jacobeo. Al albergue de la Rúa de San Antonio, atendido por Beatriz, acaba de sumarse otro, recientemente inaugurado, igualmente de carácter público.
Dejada atrás la tierra de los melindres, la siguiente parada puede ser en Ribadiso. El refugio, a cuyo frente se encuentra Ana, casada con un carballés, está lindando mismo con el río que da nombre al lugar. Del otro lado, la gente repone fuerzas en un mesón.
Llega el peregrino a Arzúa, tierra de quesos por excelencia. Aquí se aprecia una batalla de los cinco albergues privados, a la caza del caminante. Celia y María, las encargadas de recibir en el centro de acogida público, comentan que "nosotras estamos a tope, llega mucha gente".
En el municipio de O Pino hay dos albergues. María José y Eva atienden en el de Santa Irene, mientras que Obdulia lo hace en el de Arca. Al igual que en Arzúa, en ambos casos se muestran desbordadas de peregrinos. Está viniendo, afirman, "mucha gente de los países del Este". El privado está también lleno.
Antes de la entrada en Santiago, para abrazar al Apóstol, el Monte do Gozo ofrece acogida con trescientas plazas. Y, por fin, Compostela, donde Zapatones continúa recibiendo a los visitantes en la praza do Obradoiro. Muchos caminantes desean continuar su singladura, en busca del fin del mundo...
Cuando cada día falta menos para la entrada en el esperado Año Santo 2010, EL CORREO GALLEGO ha querido salir al Camino, para conocer de primera mano la realidad del mismo y de sus verdaderos protagonistas, los peregrinos. La Ruta viene a tope de caminantes, quedándose cada día muchos de ellos sin una plaza en los albergues de turno donde poder pasar la noche.
Partió el cronista del mítico O Cebreiro, desde donde el párroco Elías Valiña inició en su día el gran resurgimiento del fenómeno jacobeo. Precisamente, el próximo mes de diciembre se cumplirán veinte años de la muerte de este emblemático cura, motivo por el cual, la Asociación Galega de Amigos do Camiño celebrará distintos actos.
Dejando el santuario de Santa María la Real, comienza la singladura, siendo la primera parada la de Hospital da Condesa, donde se encuentra un templo similar al de O Cebreiro. Aquí el albergue está cerrado por obras. Una de las dificultades a sortear más adelante será la subida del Alto do Poio, de unos 1.335 metros.
Tras tomar un respiro, la senda continúa. En Fonfría se halla el albergue privado de A Reboleira, y, ya en Triacastela, un gran número de jóvenes descansan en el campo situado delante del refugio de la Xunta, a la espera de que éste abra sus puertas. Aquí se respira un gran ambiente jacobeo, existiendo un complejo hostelero que ofrece todo tipo de servicios a los peregrinos -alojamiento, comida, taxi, etc.-. Reiniciada la marcha, toma el caminante rumbo a Samos. Antes deberá pasar por Calvor, con centro de acogida público, San Mamede do Camiño, que dispone de albergue privado, para, en San Cristovo do Real, comenzar a recorrer la congostra, un bello tramo encajado.
De pronto, aparece el pueblo del gran monasterio, donde Félix, el hospitalero, intenta colocar a los numerosos peregrinos en las 64 plazas de las que dispone. La siguiente parada es Sarria, una villa invadida por los caminantes, que cuenta con unos seis albergues. Son muchos los que inician aquí la Ruta para alcanzar la Compostela.
Tras atravesar Barbadelo, con refugio público, y Ferreiros, también con acogida de la Xunta, aparece Portomarín, un pueblo que mira al Camino, con varios albergues y gran ambiente jacobeo. Continúa el peregrino...
Abandonado Portomarín, cuyo nombre proviene de su puente romano, se dirige el peregrino a la ansiada Compostela. Una primera parada la facilita Gonzar, con albergue público de veintiocho plazas. En Hospital da Cruz, el refugio, de treinta camas, es también de la Administración. Este tramo ofrece la opción de varios centros de acogida de carácter privado. Más adelante, en Ligonde, los evangelistas reciben peregrinos entre los meses de junio y agosto, mientras que la acogida pública se ofrece en la antigua escuela, construida por el pueblo. Mari Paz, su hospitalera, dice que, en esta época, las veinte plazas se quedan cortas.
Ya en Palas, José atiende el refugio Os Chacotes, de 112 plazas. Frente al concello se encuentra el centro municipal, en el que pueden pernoctar 64 personas. Continuando la marcha, hay también posibilidad de pasar la noche en San Xulián do Camiño, Pontecampaña, Mato-Casanova, o en Leboreiro.
Melide muestra un gran ambiente jacobeo. Al albergue de la Rúa de San Antonio, atendido por Beatriz, acaba de sumarse otro, recientemente inaugurado, igualmente de carácter público.
Dejada atrás la tierra de los melindres, la siguiente parada puede ser en Ribadiso. El refugio, a cuyo frente se encuentra Ana, casada con un carballés, está lindando mismo con el río que da nombre al lugar. Del otro lado, la gente repone fuerzas en un mesón.
Llega el peregrino a Arzúa, tierra de quesos por excelencia. Aquí se aprecia una batalla de los cinco albergues privados, a la caza del caminante. Celia y María, las encargadas de recibir en el centro de acogida público, comentan que "nosotras estamos a tope, llega mucha gente".
En el municipio de O Pino hay dos albergues. María José y Eva atienden en el de Santa Irene, mientras que Obdulia lo hace en el de Arca. Al igual que en Arzúa, en ambos casos se muestran desbordadas de peregrinos. Está viniendo, afirman, "mucha gente de los países del Este". El privado está también lleno.
Antes de la entrada en Santiago, para abrazar al Apóstol, el Monte do Gozo ofrece acogida con trescientas plazas. Y, por fin, Compostela, donde Zapatones continúa recibiendo a los visitantes en la praza do Obradoiro. Muchos caminantes desean continuar su singladura, en busca del fin del mundo...
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