Sale de prisión el autor confeso del robo del Códice Calixtino
Santiago.- Después de que, por la mañana, la Audiencia Provincial de A Coruña decretase la puesta en libertad del ladrón confeso del Códice Calixtino, Manuel Fernández Castiñeiras
ha salido a las 17.00 horas de prisión. Castiñeiras abandonó Teixeiro
acompañado de su mujer y de su abogada. El autor del robo no ha querido
hacer declaraciones, pero su abogada, Carmen Ventoso, ha asegurado a las
puertas de la cárcel que el proceso seguido hasta la fecha había
perjudicado a la defensa y mantenido en Teixeiro al acusado más tiempo
del necesario. Ventoso también ha afirmado que sus recursos no se han
cursado a la Audiencia.
Castiñeiras, que llevaba desde julio en la
prisión de Teixeiro, ha podido abandonar la cárcel porque el juez que
instruye el caso, José Antonio Vázquez Taín, ya ha terminado la instrucción
y dictado el auto por el que se incoa la apertura de procedimiento
abreviado. El asunto ha entrado por tanto en la fase en la que el fiscal
debe de redactar su escrito de acusación y la letrada del acusado el de
defensa. Después, se fijará la fecha del juicio.
El auto establece que Manuel Fernández Castiñeiras
tendrá que comparecer todos los lunes por la mañana en el juzgado de
instrucción número 2 de Santiago o en el juzgado de guardia de no ser
día hábil y se le impone la prohibición de entrar o de permanecer en la Catedral de Santiago
o en los edificios anexos, con aviso de que el incumplimiento de lo
acordado podría suponer la revocación de la libertad provisional. Además
se le retira el pasaporte y se le prohíbe expresamente abandonar el
territorio español.
La defensa de Manuel Fernández Castiñeiras
había solicitado en varias ocasiones su libertad. Hasta ahora había
sido siempre rechazada, primero porque aún se estaban recabando pruebas
para la instrucción del caso y después porque se descubrió que el ladrón
del famoso libro tenía un arma de fuego y era tirador, por lo que se le
mantuvo en prisión porque se temía por la vida del exdeán de la catedral de Santiago, José María Díaz,
al que Castiñeiras había manifestado que quería vengarse de él por una
disputa laboral que ambos mantuvieron cuando el acusado trabajaba como
electricista del templo.
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