miércoles, 8 de abril de 2009

Testimonio Peregrino

UN PEREGRINO ESPAÑOL EN LA VÍA FRANCÍGENA VIVIÓ EL TERREMOTO DE LOS ABRUZOS
Barcelona.- Juan Antonio Hernández García, un peregrino jacobeo español que recorría la Vía Francígena camino de Roma, estaba durmiendo en una iglesia de Castelnuovo --pequeño pueblo de la región italiana de los Abruzos)- cuando le sorprendió el terremoto que ha causado más de 200 muertos y ha devastado la zona.
Este albaceteño de 56 años afincado en Catalunya es un apasionado del Camino de Santiago y estaba peregrinando por la Vía Francigena. Se alojó en una iglesia de Castelnuovo y estaba durmiendo en un colchón en el suelo de la sacristía, cuando de repente el suelo empezó a moverse.
"El reloj marcaba las 3.30 aproximadamente y todo empezó a temblar. El suelo, las paredes y el techo se movían en zig zag", asegura el peregrino."La iglesia empezó a agrietarse y salí corriendo de allí", prosigue Hernández.
"Al salir, el panorama era devastador. Las casas estaban hundidas como las Torres Gemelas. Parecía que hubiesen bombardeado el pueblo".
"Los vecinos, la mayoría en pijama y tapados con mantas, se reunieron en un bar, donde gracias a la televisión supimos lo que estaba pasando", explica Hernández. Después llegaron los servicios de emergencia, que según este testigo "actuaron mejor de lo que se ha dicho en los medios". De todos modos, era tarde.
"Bajo los escombros había varios fallecidos", relata."Aunque el móvil no funcionaba al cien por cien, pude contactar con mi familia para explicarles que me encontraba sano y salvo", cuenta.
Tras la catástrofe, el viajero siguió su camino hacia Roma, pero se encontró varios tramos de carreteras cortadas con ambulancias, bomberos y furgonetas militares que se dirigían a auxiliar a los afectados por el seísmo. Finalmente, Juan Antonio logró llegar a Roma, donde espera a su mujer, que vuela a la capital italiana para reencontrarse con él.
En el pueblo de Castelnuovo se derrumbó parte del alero de la iglesia donde se alojaba Hernández. En cambio, en la misma localidad, solo quedó en pie el crucifijo de la iglesia de San Silvestre, mudo testimonio de la inmensa tragedia que Italia vivió.

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